Nahariya, Israel
La situación en el Cercano Oriente ha escalado peligrosamente, con el grupo Hezbollah lanzando más de 100 cohetes contra Israel en las primeras horas del domingo, alcanzando áreas más alejadas de la frontera que en ataques anteriores, incluyendo la ciudad de Haifa. Este acto de agresión provocó una respuesta masiva del ejército israelí, que bombardeó objetivos en Líbano, aumentando las tensiones en lo que parece un camino hacia un conflicto de mayor escala.
Los ataques de Hezbollah, que activaron las sirenas en el norte de Israel, hirieron a varias personas y causaron incendios en edificios y vehículos. El ejército israelí señaló que la mayoría de los cohetes fueron dirigidos hacia zonas civiles, marcando una posible escalada tras meses de tensiones.
Israel respondió con ataques aéreos que, según el Ministerio de Salud libanés, dejaron al menos un muerto y varios heridos. Entre los objetivos alcanzados, figuraba una base aérea israelí y la sede de una firma de defensa en Haifa, aunque las afirmaciones de Hezbollah sobre estos ataques no han sido confirmadas por Israel.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró que Israel tomará todas las medidas necesarias para restaurar la calma en el norte del país. Las fuerzas armadas israelíes, por su parte, declararon estar preparadas para intensificar la presión sobre Hezbollah, apuntando que tienen capacidades militares aún no utilizadas.
Este intercambio de fuego sigue a un ataque aéreo israelí en Beirut que mató a uno de los líderes de Hezbollah, Ibrahim Akil, junto a civiles, incluyendo mujeres y niños. Hezbollah, en respuesta, ha prometido continuar con los ataques hasta que se logre un cese al fuego en Gaza, lo que ha complicado los esfuerzos diplomáticos para evitar una guerra abierta.
En paralelo, los habitantes de la Franja de Gaza expresaron su preocupación por la falta de atención hacia su situación debido al enfoque internacional en el conflicto con Hezbollah. El temor a una escalada mayor aumenta mientras ambos bandos se mantienen firmes en sus posiciones, y la diplomacia liderada por Estados Unidos, Egipto y Qatar ha mostrado pocos avances.