El 6 de agosto de 2024, un cayuco (barcaza) que había zarpado de Mauritania el 22 de enero con 77 migrantes a bordo apareció en la costa de la República Dominicana, en Río San Juan, con los restos de 14 cadáveres. El barco, que había recorrido más de 5,600 kilómetros, es un trágico ejemplo de la peligrosa ruta que los migrantes africanos toman hacia Europa, intentando alcanzar las Islas Canarias.

La ONG española Caminando Fronteras, que se puso en contacto con las familias de algunos de los migrantes, reveló que entre los ocupantes había cuatro menores de 16 años. Según los testimonios, los migrantes, principalmente de Senegal y Mauritania, desaparecieron poco después de partir, y sus familias desconocían su paradero hasta que se identificaron los restos en la República Dominicana.

Helena Maleno, portavoz de Caminando Fronteras, explicó que este no es el primer caso en que una barcaza es arrastrada por corrientes y vientos hasta América, y señaló la desesperación de las familias por saber qué ocurrió con los demás cuerpos. Maleno indicó que los sobrevivientes de estas travesías, mientras pueden, arrojan al mar a aquellos que fallecen, lo que podría explicar la ausencia de más cadáveres en la barcaza encontrada.

La tragedia pone de relieve la dura realidad de la migración africana hacia Europa, donde miles de personas intentan cada año cruzar el Atlántico en condiciones precarias. Según las estadísticas, entre enero y el 15 de agosto de 2024, más de 22,000 personas llegaron de manera irregular a las Islas Canarias, un 126% más que en el mismo período del año anterior.

Por redaccion

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