Santo Domingo, RD

La calle Isabel Aguiar, ubicada en el kilómetro 12 de Haina, se ha convertido en el escenario de una tragedia tras los torrenciales aguaceros del pasado sábado, desencadenados por un disturbio tropical. Decenas de familias se encuentran en una situación desesperada después de que las calles se transformaron en ríos improvisados, arrastrando consigo todo a su paso.

Los residentes, con más de 50 años en la zona, catalogan este evento como una «desgracia» que nunca habían experimentado. A pesar de la magnitud del desastre, agradecen que no haya pérdida de vidas, pero señalan que han perdido prácticamente todo.

Mireya Sánchez, de 83 años, describió cómo la intensa lluvia durante más de una hora convirtió las calles en ríos improvisados, poniendo en peligro a aquellos que se encontraban en vehículos. La falta de respuesta inmediata de los servicios de emergencia exacerbó la situación, con personas atrapadas dentro de automóviles pidiendo auxilio.

Uno de los residentes destacó que la infraestructura, específicamente el asfalto, ya había causado problemas en episodios anteriores de lluvias intensas. Afirmaron que los trabajos de mantenimiento realizados por Obras Públicas no fueron suficientes, ya que el asfalto se levantó, permitiendo que el agua inundara numerosos hogares.

Los afectados, enfrentando la pérdida de pertenencias valiosas, hicieron un llamado urgente a las autoridades para recibir ayuda. La comunidad expresó su descontento por la falta de asistencia oficial, señalando que hasta el momento solo algunas brigadas de Obras Públicas han estado presentes para retirar escombros.

A pesar del desafío, la comunidad se ha unido para ayudarse mutuamente en medio de la adversidad. Las familias, con el peso del agua en sus hombros, luchan por rescatar lo poco que queda de sus hogares y pertenencias.

Luz María Jiménez de Óleo, lamentándose por la pérdida de uniformes escolares de sus tres hijos, describió la noche difícil que pasaron junto a sus vecinos. Carlos Núñez expresó su pesar al ver que «todo se mojó y todo se dañó». A pesar de las dificultades, agradecieron a Dios por preservar sus vidas.

La calle Isabel Aguiar, ahora en ruinas, espera la atención urgente de las autoridades y la solidaridad de la comunidad en momentos difíciles.

Por redaccion

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