Puerto Príncipe, la capital de Haití, solía ser una ciudad vibrante, llena de vida y alegría contagiosa, especialmente durante la festiva Nochevieja de 1990. En este momento, el pueblo haitiano celebraba con entusiasmo la elección de Jean Bertrand Aristide como presidente de la República, una elección que prometía un cambio significativo.

Sin embargo, no todos compartían esta alegría. Algunos residentes de las lujosas villas de Petionville expresaban recelos por las declaraciones populistas de Aristide, mientras que un destacado sacerdote preparaba un sermón crítico. Monseñor François Wolf Ligondé, arzobispo de Puerto Príncipe y miembro conservador de la jerarquía católica, cuestionaba si el nuevo régimen se encaminaba hacia la autoridad o una dictadura bolchevique.

El 6 de enero, seguidores del Dr. Roger Lafontant intentaron un golpe de Estado, secuestrando a la presidenta de Haití, Ertha Pascal Trouillot. Sin embargo, el ejército haitiano, bajo el mando del general Herard Abraham, se mantuvo leal a la Constitución, evitando un baño de sangre. En medio del caos, las palabras del sermón de monseñor Ligondé resonaban, y algunos grupos incendiaron la catedral y los archivos del Consejo Episcopal.

El entonces canciller de la República Dominicana, Fabio Herrera Cabral, estaba atento a los acontecimientos en Haití desde su despacho. Las noticias de Haití siempre eran de gran interés para la República Dominicana. Durante este tiempo, recibió una llamada de Washington que lo llevaría a involucrarse aún más en los eventos haitianos.

El Dr. Francisco Aguirre, editor del Diario Las Américas de Miami, llamó a Herrera Cabral en busca de ayuda para localizar al nuncio apostólico en Haití, monseñor Giuseppe Leanza, cuyo paradero era desconocido después del ataque a la Nunciatura. Herrera Cabral se embarcó en la tarea y logró establecer una conferencia telefónica tripartita entre Santo Domingo, Petionville y Washington, permitiendo al cardenal Pio Laghi hablar con el nuncio.

Monseñor Leanza fue localizado en Petionville, bajo protección policial, y posteriormente fue nombrado nuncio en Bosnia-Herzegovina y Estonia. El secretario de la Nunciatura fue trasladado a Santo Domingo para recibir atención médica.

Estos eventos marcaron el inicio de una serie de conversaciones y relaciones diplomáticas entre Fabio Herrera Cabral y Jean Bertrand Aristide, el entonces presidente haitiano. Aristide acusó públicamente a la República Dominicana ante la Asamblea General de la ONU el 27 de septiembre de 1991, alegando maltratos a inmigrantes haitianos en el país vecino.

A pesar de las provocaciones, Herrera Cabral mantuvo la compostura y optó por no abandonar el salón de la Asamblea General. Sin embargo, tres días después de este discurso, Aristide fue derrocado por un golpe de Estado.

Estos hechos marcaron el comienzo de una relación más estrecha entre Herrera Cabral y Aristide, que incluyó conversaciones privadas y oportunidades para mediar en situaciones posteriores. Las memorias del excanciller revelan una perspectiva única sobre estos momentos cruciales en la historia de Haití y su impacto en las relaciones diplomáticas en la región.

Las memorias de Fabio Herrera Cabral también relatan encuentros con otras figuras destacadas, como el presidente George W. Bush, padre, ofreciendo una visión detallada de los acontecimientos y relaciones internacionales de la época.

Estas memorias inéditas proporcionan una ventana a la diplomacia y los eventos históricos que moldearon la relación entre la República Dominicana y Haití en una época crucial de sus historias.

Esta redacción resume las memorias y eventos descritos por Fabio Herrera Cabral en su relato. Si necesitas más detalles o información específica sobre algún aspecto en particular, no dudes en preguntar.

Por redaccion

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