Republica Dominicana/Delincuencia

A pesar de tantos esfuerzos e iniciativas gubernamentales, las pandillas de antisociales se desvanecen a través del tiempo. Se registran constantes tiroteos entre bandas vinculadas a puntos de drogas, causando muertes y heridos.

En estos últimos meses, la sociedad dominicana está experimentando momentos de intranquilidad generados por la delincuencia. Los barrios marginales están siendo asediados por bandas criminales que ocupan las calles y aterrorizan a las familias residentes en sus hogares.

Los ciudadanos de los principales sectores del Gran Santo Domingo están desesperados y pidiendo a las autoridades policiales una solución. Localidades como La Guáyiga, Los Guandules, Gualey, Los Alcarrizos, entre otros, ya no pueden soportar más altercados ni pérdidas de vidas.

Aunque estos actos delictivos parecen estar resurgiendo en los últimos tiempos, la realidad es que no son exclusivos de esta época, sino que han estado presentes durante años en la lista de precariedades que enfrentan las comunidades.

En décadas pasadas, se visualizaban reportes periodísticos que exponían cómo la delincuencia superaba la capacidad preventiva de los organismos de seguridad. Bandas juveniles imponían la drogadicción, la violencia y el derramamiento de sangre, en ocasiones con la complicidad de agentes policiales. La rebeldía de jóvenes descarriados en aquel entonces llevó a la creación de «naciones» encabezadas por narcotraficantes, quienes se beneficiaban de la desgracia ajena y conformaban un escuadrón militar para defender sus intereses económicos.

Según informes, existieron alrededor de 18 «naciones» denominadas Los King, De Cora, Sangre, Foritu, Amor y Paz, Amor de Mercado, Los Talibán, Los Dorados, Unión y Fuerza. Además, destacaron Los Latín King, Los Bloods y Los Ángeles.

Estas «naciones» tenían una estructura jerárquica similar a la militar, con diferentes rangos para sus miembros. Existían alrededor de 10 rangos, que iban desde el Soldado, Mensajero, Disciplina, La Segunda, La Tercera, Cuarta, El Ángel, La Primera y El Supremo.

Además, los «capítulos» eran puntos clave para los líderes criminales, ya que eran lugares establecidos en el interior del país y estaban enfocados en servir los intereses de la «sede».

La presión ejercida por estas pandillas era tan imponente que los adolescentes acudían a ellas en busca de protección y tranquilidad, ya que de lo contrario serían amenazados por otras pandillas.

No solo las pandillas provenientes de estratos sociales precarios cometían crímenes, sino que también se sumaban jóvenes que no sufrían dificultades económicas. Estos jóvenes, que tenían todas sus necesidades básicas cubiertas gracias al arduo trabajo de sus padres, participaban en la organización de actos criminales para intimidar a personas en fiestas privadas y robar

Por redaccion

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