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Farmacias del Pueblo no venden anticonceptivos desde la pandemia, afectando acceso de mujeres a métodos modernos

Santo Domingo, RD. – Desde el inicio de la pandemia por Covid-19 en 2020, las Farmacias del Pueblo dejaron de vender anticonceptivos femeninos, según confirmó el Programa de Medicamentos Esenciales y Central de Apoyo Logístico (Promesecal). La suspensión, atribuida a problemas en la programación de compras y pérdida de acuerdos comerciales, ha afectado directamente el acceso a métodos modernos de planificación familiar para miles de mujeres dominicanas.

A pesar de la pausa, Promesecal aseguró que la reincorporación de los anticonceptivos está contemplada en su estrategia de abastecimiento, según expresó su director general, Rafael Adolfo Pérez de León, en un comunicado oficial.

Con 636 sucursales en todo el país, las Farmacias del Pueblo ofrecen medicamentos a bajo costo y son un canal clave para el acceso a fármacos esenciales.

Un reto persistente en la salud femenina

La falta de acceso a anticonceptivos es especialmente preocupante en un contexto donde, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el 46% de las dominicanas no tiene acceso a métodos modernos de planificación. Esta situación limita la posibilidad de ejercer una sexualidad libre, segura e informada, y frena el avance hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente el número 3: salud y bienestar.

Aunque los hospitales de la red pública ofrecen anticonceptivos mediante consulta, muchas mujeres desconocen esta opción o no pueden acceder a los servicios por razones económicas, horarios o estigmas sociales. “La falta de acceso no es por inexistencia del método, sino por barreras estructurales y educativas”, explicó la ginecóloga Dolores Rodríguez, de la organización Profamilia.

Mitos, desinformación y tabúes

Otro obstáculo que enfrentan las mujeres es la desinformación sobre los métodos anticonceptivos. Mitos como la supuesta infertilidad posterior a su uso persisten, a pesar de ser desmentidos por profesionales. “Esa es una de las creencias más comunes, pero es falsa. La mayoría de mujeres puede concebir entre 3 y 12 meses después de suspender la planificación”, aseguró la doctora Ironelys Caridad, del Hospital Inmaculada Concepción de Cotuí.

Los efectos secundarios también generan miedo entre las usuarias. Aunque algunos métodos pueden causar sangrado, náuseas o cambios hormonales, no todos los cuerpos reaccionan igual y existen alternativas sin hormonas, como el DIU de cobre.

Diversidad de métodos disponibles

Existen métodos de planificación de larga y corta duración, adecuados según el historial clínico y estilo de vida de cada mujer. Entre los más comunes se encuentran:

  • De larga duración: DIU (cobre o hormonal), implante subdérmico, inyecciones mensuales o trimestrales.
  • De corta duración: pastillas anticonceptivas, condón femenino o masculino, diafragma, espermaticidas y píldoras de emergencia.

También está disponible la esterilización femenina, usada por el 30.7% de las parejas, frente al escaso 0.1% que opta por la esterilización masculina, según datos de la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar) 2019.

Una deuda pendiente con la salud pública

La planificación familiar no solo previene embarazos no deseados, especialmente en adolescentes, sino que reduce la mortalidad materna, permite espaciar los nacimientos y empodera a las mujeres a tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva.

A pesar de contar con 1,511 gineco-obstetras en la red hospitalaria pública, según datos del Servicio Nacional de Salud (SNS), la cobertura sigue siendo insuficiente para alcanzar la meta 3.7.1 de la Agenda 2030, que plantea garantizar el acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva.

Mientras tanto, especialistas y organizaciones como Profamilia insisten en que el problema no es solo de acceso físico, sino también de educación sexual, difusión de información confiable y eliminación de tabúes.

“Las mujeres no solo enfrentan barreras económicas o logísticas, sino también sociales. Muchas sienten vergüenza o miedo a ser juzgadas por usar anticonceptivos”, sostuvo la doctora Rodríguez.

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